Desde que el abusador éste llegó al barrio a la mala, a son de tiros, cañonazos, ultrajes, vilipendios, tratados ilegales, inútiles e inmorales, mollereo y sinrazón, puso su ojo de sátiro sobre la Nena como vaquero ebrio del viejo oeste americano a rubia viuda cantinera. Dicen que es característica de estos tipos demostrar su poder y genitalia en la forma más grotesca y troglodita posible. Otros entendidos en tan intrincados asuntos, afirman que esa dramática manifestación morbosa de testiculaje enardecido no es otra cosa que la solapada intención de ocultar debilidades instintivas y privados, congénitos y delicados manerismos libidinosos. Son expresiones de dudosa masculinidad que lejos de sumarle a ésta le restan, que lejos de decir desdicen, como aquella de Pedro cuando en ridiculez sin par, increpó en televisión al periodista Danilo Arbilla, presidente de la SIP, acercándosele temerariamente mientras le increpaba, tuteaba, señalaba y casi se le trepaba, como si tal actuación fuera vital para salvarle uno que otro ensortijado pelo, logrando lo opuesto a lo deseado cuando un gallo y pluma le salieron. En bravos como éstos siempre hay incrustada una horrible confusión genética, inseguridad de tamaños y conflictos con mami y papi, pero eso es harina de otro costal que discutiremos en ocasión oportuna.
Pues piense en la totalidad de cosas que he dicho del bárbaro granuja y patán y descubrirá a un pelele ansioso por demostrarle a la Nena sus bríos, malas intenciones, desviaciones y apetencias deshonestas y bajunas. Fue por eso que no había pasado mucho tiempo desde que llegó, cuando comenzó a hacerle ordinarios acercamientos con ribetes de machote de barra de mala muerte. Como siempre ocurre en estos casos, la hermosa Nena, que además de belleza tenía buen gusto, pudor, sensibilidad e inteligencia, no le hizo caso, hiriendo de paso su antinómico orgullo de cobarde machote. Su desprecio y desaire fue tajante: la Nena no se relaciona con putrefactos especímenes de probados apetitos coprofágicos y serios problemas de identidad. ¡Bien de la Nena!, pero malo para la Nena porque los seres sin talante, honor y gallardía, entienden que no se les puede rechazar porque al así sentirlo actúan como los borrachos de película cuando la dama le dice que no a sus descabelladas pretensiones amorosas.
Y así fue como ocurrieron las cosas, señora. Despreciar el orgullo y soberbia del que no mereciendo nada cree merecerlo todo por tener el sartén agarrado por el mango a la fuerza, tiene un alto precio. Fue por eso y por lo otro, por lo primero que dije de debilidades, manerismos y desviaciones, que después del fisgoneo morboso que día a día acostumbraba a hacer, tipo ayudante ejecutivo de alcalde pepiniano, un mal día veló a la Nena mientras felizmente reposaba en su charca grande de aguas de retozantes azules (único lugar donde la podía encontrar porque allí vivía) y con toda la perversidad y cobardía que tan sólo tienen los seres abyectos como estos traicioneros violadores consuetudinarios, mediando fuerza y además de fuerza, maquinaciones insidiosas, intentó violarla bajo el rabioso sol tropical, brisas salitres y el rubor y coraje de altos cocoteros, que rabiando se agitaron despeinando su rostro de ramas mientras intentaban ayudarla, reventando en agua de coraje ante los gritos desesperados de la Nena que tenazmente luchaba por su honor.
No conforme con su acto vil y cobarde y para demostrarle hasta dónde llegaba su temeridad, falta de honor, brutalidad, irracionalidad, barbarie, y para intentar consumar sus asquerosos y bajunos deseos, como sátiro al acecho, se quedó a vivir en sus tierras y mares en contubernio con jefes, alzacolas, alicates, proxenetas, gobernadores y comisarios residentes.
Pero el tiempo que siempre pasa, en esta historia también pasó y un día la Nena se liberó de aquella pesadilla que por tanto tiempo la acosó, agobió y fastidió. Liberada del yugo embrutecedor, volvió a su faz refulgente la alegría y belleza casi mancillada. Con gracia caribeña, retomó los deseos de vivir con la esperanza nueva que tiene el que siente que la vida le ha dado otra oportunidad quitándole de encima la cruz del dolor.
Y escuche esto: Por ahí andan diciendo que el desequilibrado canalla, después de que la Nena se zafó de sus garras, quiere reunirse con ella para discutir la reanudación de sus fechorías y malas andanzas. Nada más a un enajenado mental se le ocurriría tal barbaridad. Aunque mucho más grave, es como si el ladrón que entró a su hogar y se robó de todo un poco, lo invitara a una reunión a ver si usted se pone de acuerdo con él sobre la fecha y hora en que volverá a robar y de paso, discutir la devolución de alguna mercancía robada. ¿Existirá en este bendito planeta alguien que esté dispuesto a negociar lo que sin negocio le pertenece? La verdad es que hay que ser bien fuerza de cara y caripelado, pero cosas veredes, amigo, cosas veredes.
Ni el honor ni la Isla Nena se negocian como tampoco se negocian las hijas nenas del que pretenda negociarlas. ¡Dios nos libre! ¡Que el violador se confiese y se ajuste a buen vivir! Si es que en verdad le va en juego la vida por una islita como la nuestra, invéntese una lo más lejos posible de nuestros mares, allá en el mismo U.S.. Y después de rehabilitar la Nena y de rodillas pedir perdón, tal vez… Vieques le dé el perdón.