Quebrada Salada

 

La Quebrada Salada del Pepino casi atraviesa el corazón del pueblo. Es el regalo juguetón, limpio, fresco, transparente y cristalino que nos da el vientre de la Sierra de Hoyamala. Desde que echa a andar, busca a las hermanas aguas del Río Culebrinas para, juntas, al igual que el río de Julia, viajar hasta lejanos y extraños confines del mundo o para ser represadas, entubadas y consumidas. Hace 40 años la Autoridad de Acueductos, ahora Compañía de Aguas, se empeñó en deshonrar el hermoso riachuelo ultrajando su cauce al convertirlo en viaducto de excrementos, desperdicios y podredumbres. Si usted da un voltión por el recodo de Pueblo Nuevo (comunidad olvidada por todos los gobernadores, alcaldes y otros aparatos elegidos por el democrático voto nuestro de casi todos los días) podrá observar que la enorme y grotesca tubería de acero (y su registro), que transporta las aguas crudas del pueblo, siempre está rota, por lo que vacía sus inmundicias en la Quebrada Salada, violando su cauce con aguas usadas (bien contaminadas con todo tipo de desperdicios) que como afluente de excreta llegan hasta el río y desde ahí hasta sabe Dios qué aguas, témpanos y tierras.

Hace 23 años que soy vecino del lugar, y desde entonces, estoy peleando con la Autoridad (curiosamente, su oficina colinda con mi casa y con la quebrada) para que no sean tan desalmados y desconsiderados, y resuelvan el problema. Cuando no llueve y la fetidez se intensifica, el volumen de la querella sube, y convirtiéndose en insulto que «in crescendo» va desde irresponsables, transgresores, desgraciados, sucios, puercos, lechoniles y toda clase de expresión que en algo describa el macabro proceder de la dirección de esa Compañía de Aguas que se empeña en contaminar su apellido.

La Autoridad ha recibido mil quejas, querellas y lamentos, pero no ha hecho nada. La Junta de Calidad Ambiental y Recursos Naturales (esas limpias, seriezotas y simpáticas agencias que se entretienen y vanaglorian multando a todo el que tiene el cerdito de Navidad amarrado a dos o tres metros del margen de una quebrada porque la contamina y que proclaman, denuncian, gritan y patalean endemoniadas cada vez que alguien le toca los afluentes de su gran tubo sin inaugurar) tampoco han hecho un pepino “angolo”. Eso sí, son muy formales notificándole el número de querella, el cual va a parar al tubo roto ya que no le sirve para nada ante tanta excusa tonta, pueril y trivial.

Para vergüenza de la casa, y para que pelearan entre sí, yo que los quiero tanto, recurrí a los cucos federales a través de la EPA. Pues con la EPA, ¡wepa! Los malditos que se jactan de pujar tanto, que dicen que mandan y van, que hacen temblar a todos con su inglés, tribunales  y poderes, tampoco tienen solución para los cochiniles y coprológicos asuntos de la Autoridad. Me he cansado de pedir que se arregle un tubo roto que está tan sucio que nadie se atreve a tocarlo.

Ante la irresponsabilidad de la Autoridad, y por aparentemente no haber solución al problema, recomiendo a los buenazos del gobierno, municipio o cualquiera de sus esparadrapos, que nombren personal para que atienda las descargas de la tubería en estricto orden jerárquico. Aunque sea por un tramo, no permitamos que la mezcla nos confunda y el batimiento nos quite la identidad. Antes de que las tuberías descarguen en la Quebrada Salada, que el personal gubernamental designado para tan ingente labor, identifique, seleccione, analice, clasifique, dirija, proteja y dé tránsito a todos los excrementos que la Autoridad lanza a la quebrada después de darle pon en el tubo roto. Al fin y al cabo, en este país tan lleno de discrímenes, diferencias y prejuicios, no se debe permitir que los excrementos de langostas y cortes finos, se mezclen en la licuadora de la quebrada con poterías, frituras y hamburguesas, y, finalmente, reciban trato igual. Ya que nadie hace nada cuando los pobrecitos se escocotan en la quebrada, al menos deben brindarle alguna atención y orden para que los desperdicios del alcalde y demás politiquitos, de los ricos y de los aspirantes a aristócratas, tengan un mejor acomodo, privilegio, salida y corrida hasta el bendito río que tanto quiere y protege la Junta de Calidad Ambiental y Recursos Naturales. También sería bueno que una u otra pieza sea encarpetada por su origen sedicioso por aquello de conservar la tradición. Finalmente, no sé si las heces fecales se puedan rotular, pero recomiendo que se coloquen identificaciones con el nombre de los autores más importantes para establecer alguna diferencia en el único lugar donde, según Víctor Hugo, todos convergemos y nos confrontamos.

Quizá algún día, tomando un poco de agua fresca de tubería, nos tropecemos con el nombre de alguien conocido, o tal vez visitando el Polo Norte y para nuestra sorpresa y alegría, encontremos un papelito que diga: «este es de Mon Medina y Salas, alcalde».